domingo, 27 de mayo de 2007

Milagro eucarístico de Douai

Para ver imágenes:
El día de Pascua de 1254, un sacerdote estaba dando la comunión en el pueblo de Douai (Francia) y una hostia se cayó al suelo. Se inclinó para recogerla, pero la hostia por sí misma se levantó y voló hasta el purificador que estaba en el altar. Fue a ver y observó en la hostia el cuerpo viviente de un niño maravilloso. Todos los que se acercaron vieron lo mismo. Tomás de Cantimpré, doctor en Teología y obispo de Cambrai, dio testimonio de este prodigio en su libro: “Bonum universale de apibus”. En este libro afirma que la mayor parte lo vio como un niño, otras como Cristo adulto y otros como juez, cada uno según su capacidad o necesidad espiritual. Hay otros documentos sobre este milagro.

domingo, 20 de mayo de 2007

El Vaticano proclama oficialmente el milagro número 67 de Lourdes

Anna Santaniello en 1952

Anna Santaniello en 2005

Monseñor Gerardo Pierro, arzobispo de Salerno –en el sur de Italia–, proclamó oficialmente el pasado viernes la "curación milagrosa" de una mujer, que hoy tiene 90 años y que ocurrió en Lourdes en 1952. Con éste ya son sesenta y siete los milagros oficialmente reconocidos por la Iglesia católica que han tenido lugar en la ciudad francesa de las apariciones de la Virgen María.

La enferma, Anna Santaniello, sufría desde su infancia una malformación cardiaca, declarada incurable por los médicos. Al cumplir los cuarenta años, su estado de salud empeoró gravemente y, a pesar de la oposición de los médicos y de su familia, decidió viajar en peregrinación a Lourdes.

Esta malformación le impedía caminar y hablar claramente. Asimismo, le causaba cianosis en la cara y edemas en las extremidades inferiores. "Ya casi no lograba respirar y le dije a mi hermano que mi último deseo era ir a Lourdes", explica Anna Santaniello en el diario "La Città" de Salerno. Dicho y hecho, la italiana consigió llegar "viva aunque en camilla" a la ciudad francesa como era su deseo.

La Razón 16.11.05

Curación instantánea

Una vez allí, las religiosas la introdujeron en la piscina y Santaniello explica que "el agua estaba helada, pero sentí inmediatamente algo que hervía en el pecho, como si me hubieran restituido la vida. Después de pocos segundos, me levanté con mis propias fuerzas y comencé a caminar, rechazando la ayuda de los camilleros, que me veían con incredulidad".

Al regresar a casa, pidió consultar a un ilustre cardiólogo de aquella época para que reconociera su estado de salud tras su visita a Lourdes. Éste "me dijo que no tenía nada, que estaba sanísima y que no podía explicarse todos los certificados y exámenes hechos precedentemente", asegura. Desde este acontecimiento crucial en la vida de Anna Santaniello, ésta ha vuelto en otras ocasiones a Lourdes para ofrecer su servicio como voluntaria en la ayuda a los enfermos.

En la ceremonia de proclamación del milagro número sesenta y siete de Lourdes, en el seminario metropolitano "Juan Pablo II" en Pontecagnano, participó la propia Anna Santaniello, acompañada por sus familiares y amigos.

domingo, 13 de mayo de 2007

Una pierna amputada y reimplantada en el siglo XVII


Hace 367 años una noticia asombró a media Europa y reclamó el interés del Rey Felipe IV de España, de la Santa Sede y de la mayoría de los reinos de occidente. De boca en boca circulaba como la pólvora un suceso inverosímil y desafiante. Algo mágico y extraordinario. Irreal. Humanamente imposible. El romance popular decía:

Miguel Pellicer
vecino de Calanda
tenía una pierna
muerta y enterrada.

Dos años y cinco meses,
cosa cierta y probada,
por médicos cirujanos
que la tenía cortada...



La historia es la siguiente: un joven de veintitrés años llamado Miguel Juan Pellicer, vecino de Calanda, población situada en el bajo Aragón, había sufrido un accidente en el campo mientras recogía trigo. Una rueda de carro pasó por encima de su pierna derecha haciéndola añicos.

Completamente gangrenada, le fue amputada cuatro dedos por debajo de la rodilla en el hospital público de Zaragoza. Los cirujanos que le atendieron se pusieron manos a la obra para cauterizar el muñón con un hierro al rojo vivo.

La pierna fue enterrada, como era costumbre, en el cementerio del hospital. En aquella época había un acentuado sentido espiritual por el cual se consideraba que el cuerpo estaba destinado a la resurrección, así como todos sus miembros, y que por lo tanto las partes mutiladas debían ser tratadas con respeto y no como simple elemento de desecho. Por ese motivo se encargó al practicante del hospital, Juan Lorenzo García, enterrar la pierna "en un hoyo como un palmo de hondo", de unos veintiún centímetros, medida típica aragonesa.

Tras abandonar el hospital con una pierna de madera y dos muletas, Pellicer se vio abocado, para poder sobrevivir, a pasar del prometedor oficio de agricultor a ser un mendigo de los muchos que había por entonces.

Logró el permiso de los canónigos del Pilar para pedir limosna a la puerta del Santuario, siendo provisto de un documento especial que le asignaba la categoría de "mendigo de plantilla". Cada mañana, Miguel Juan realizaba el mismo ritual. Tras asistir a la eucaristía en la llamada Santa Capilla, se acercaba a una de las lámparas de la iglesia, cogía un poco de aceite y se frotaba el muñón varias veces a modo de masaje.

Salía a la calle y se colocaba en la puerta del apio con la prueba de su desgracia bien, cubierta, lo cual despertaba la compasión y simpatía de las cerca de ocho mil personas que se acercaban todos los días a visitar la Pilarica.

Para una ciudad tan pequeña como la Zaragoza de entonces, con una población que apenas llegaba a las 25.000 personas, no era de extrañar que Pellicer, colocado siempre en la arteria principal de circulación, como era el Pilar, con su muñón al aire en un cuerpo joven y robusto, llamará atención y fuera conocido por casi todos mañicos del lugar.

El joven lisiado decidió un buen día poner fin a la dura vida de mendigo que había llevado durante dos años, para tomar rumbo a la casa de sus padres en Calanda e intentar reconducir su existencia con más dignidad.

EL MILAGRO DE LOS MILAGROS
Ya en su hogar, el 29 de marzo de 1640, sucedería algo extraordinario que más tarde sería calificado como "el gran milagro", o "el milagro de los milagros."

Entre las diez y las once de la noche, mientras dormía plácidamente, le fue reimplantada repentina y definitivamente la pierna derecha que dos años antes le habían amputado.

No tuvo lugar un crecimiento de la pierna, sino una reimplantación de su miembro. Un suceso único en el mundo y difícil de asimilar. Tras notar "una fragancia y un olor suave nunca acostumbrados allí", la madre de Miguel Juan alertó a su hijo de tener dos pies, "uno encima de otro, cruzados".

El revuelo en la casa contagió al vecindario y, éste, lógico, al pueblo entero. En casa de los Pellicer no cabía un alfiler. Había un alboroto festivo. El joven comentó que cuando le despertaron soñaba que "estaba en la Capilla de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza untándose la pierna derecha con el aceite de una lámpara, como lo había acostumbrado cuando estaba en ella".

Pellicer no dudó un instante en atribuir la reimplantación de su miembro a la intervención de la Pilarica: "Antes de dormir me he encomendado muy de veras a la Virgen del Pilar".

Dos cirujanos, Juan de Rivera y Jusepe Nebot, fueron los primeros médicos en certificar, en la propia casa del protagonista, que ese suceso extraordinario e inverosímil no tenía explicación científica.

UN PROCESO ABIERTO A TODOS
A las pocas semanas, la historia de Calanda era la comidilla de media Europa y se reclamaba más información de los hechos. Se configuró como el tema estrella en muchas de las tertulias de entonces, aunque la transmisión oral de la misma no se ajustaba siempre a la realidad de los hechos, siendo enriquecida o transformada según la habilidad creativa del orador.

Ante la magnitud del asunto, el alcalde de Zaragoza, respaldado por todos sus regidores, solicitó formalmente a la Iglesia que abriera una investigación para esclarecer esos hechos, y se calificara de milagro "hecho por la madre de Dios del Pilar; de la restitución de una pierna, que a un pobre mozo de Calanda le cortaron en el Hospital de Nuestra señora de Gracia...".

El arzobispo de Zaragoza, don Pedro de Apaolaza, aceptó la petición del municipio y abrió formalmente el Proceso a dos meses y una semana de transcurrir el suceso. Su preocupación por la transparencia hizo que el Proceso fuera público y que la trascripción de todos los interrogatorios, objeciones, deducciones y otros testimonios fueran publicados con celeridad, y en lengua vulgar, o sea el castellano, para que toda la población tuviera acceso directo a esas investigaciones, pudiendo intervenir en el mismo para matizar o contradecir datos o testimonios.

El 27 de abril de 1641, el arzobispo de Zaragoza firmaría la sentencia: "Declaramos que a Miguel Juan Pellicer, de quien se trata el presente Proceso, le ha sido restituida milagrosamente la pierna derecha, que antes le habían cortado; y que no había sido obra de la naturaleza, sino que ha obrado prodigiosa y milagrosamente; y que se ha de juzgar y tener por milagro por concurrir todas las condiciones que para la esencia de verdadero milagro deben concurrir...".

Ante semejante relato es comprensible adoptar una cierta incredulidad, un arqueo de cejas o un semblante taciturno. Rompe todos los límites naturales y mentales. Es como un puñetazo que va directo a la razón.

Es la manifestación del poder de Dios en toda su plenitud. Como decía Pascal:"El Dios cristiano ha determinado dar la suficiente luz a quien quiera creer, pero también el proporcionar la suficiente oscuridad a quien no quiera hacerlo. Si se nos descubriera por entero, no tendría mérito alguno por nuestra parte adorarlo. Si se escondiese del todo, la fe resultaría imposible...". El milagro de Calanda es, posiblemente, el suceso más claro en donde Dios abandona su continuada penumbra para hacerse visible a la humanidad.
POR ÁLEX ROSAL
(Fuente: Chesterton)

miércoles, 9 de mayo de 2007

Milagro inexplicable


Enzo, el niño cuyo nacimiento inexplicable ha llevado a los altares a Fray GalvãoTestimonio de su madre, la química brasileña Sandra Grossi de Almeida CIUDAD DEL VATICANO, martes, 8 mayo 2007 (ZENIT.org).-

Entre los millones de católicos brasileños que darán la bienvenida a Benedicto XVI se encuentra la mujer que experimentó un milagro atribuido a la intercesión de Fray Antonio de Santa Ana Galvão y que permitirá su canonización el próximo 11 de mayo. Se trata de la paulista Sandra Grossi de Almeida, licenciada en Química, de 37 años, residente en Brasilia, quien dio a luz a su hijo Enzo, en 1999, ante la sorpresa de médicos y científicos.


Su caso fue reconocido como «científicamente inexplicable en su conjunto, según los actuales conocimientos científicos» por el equipo de expertos médicos, el 18 de enero de 2006, en el proceso de canonización de Fray Antonio de Santa Ana, sacerdote brasileño de la Orden de los Frailes Menores Alcantarinos, que vivió entre 1739 y 1822. Precedentemente Sandra había sufrido tres abortos naturales a causa de un problema congénito, conocido como «útero bicorde», un cartílago que se forma en medio del útero, separándolo en dos partes, lo que imposibilita el crecimiento del feto por falta de espacio.


Los tres embarazos de Sandra --en uno de los casos fueron mellizos-- llegaron sólo hasta el cuarto mes y acabaron de forma natural entre hemorragias y fuertes dolores. Sandra se había resignado a la idea de no poder concebir y decidió adoptar a Isabela, que hoy tiene 12 años. Cuando quedó embarazada por cuarta vez, era consciente de las dificultades que enfrentaría, pero quería llevar el embarazo adelante, fiel a sus convicciones católicas. «La ginecóloga me dijo que no me hiciera ilusiones, pero que haría todo cuanto estuviera a su alcance para ayudarme, y me previno claramente sobre la gran posibilidad de perder a otro niño», testimonia Sandra en la edición italiana de «L’Osservatore Romano».


Una amiga de la familia, ya fallecida, le ofreció las «píldoras de Fray Galvão», unas oraciones para pedir la intercesión de este beato brasileño. Sandra comenzó a rezar las oraciones, aunque no conocía la historia del beato. Para sorpresa de los médicos (pero no de Sandra) en la primera noche de la primera novena a Fray Galvão, la hemorragia paró y los dolores cesaron. «Fue una señal de la intercesión de Fray Galvao por mí», recuerda Sandra. En el cuarto mes de gestación la sometieron a una cirugía para cerrar el cuello del útero, un procedimiento delicado que se realizó sin que se presentaran las temidas hemorragias. Sandra siguió encomendándose a Dios por intercesión de Fray Galvao.


En el quinto mes de gestación se dio un riesgo de aborto a causa del tamaño del bebé. «Nuevamente recurrí a Fray Galvão», añade Sandra. Después de pasar por esa fase crítica, consiguió llegar a la 32ª semana de gestación, algo inimaginable para su caso. «Para los médicos parecía imposible pero no para Dios», reconoce. También parecía inimaginable la conservación del útero tras el parto, ya que el cartílago imposibilitaría la expulsión de la placenta y la única salida sería una histerectomía (extracción total del útero). El parto fue cesáreo. Enzo padeció al nacer un problema pulmonar grave, una de las principales causas de muerte entre los prematuros.


Su madre volvió a encomendarse al futuro santo. Al pequeño le quitaron los tubos al día siguiente, algo que en casos similares sucede sólo después de varias semanas. Hoy Enzo es un niño sano, de ocho años. Cuándo se le pregunta quién es Fray Galvão, responde: «He nacido gracias a él». ZS07050803

martes, 8 de mayo de 2007




"Creo para Comprender"
"Credo ut Intelligam"


Evento realizado los días 9, 10 y 11 de Octubre del 2000 en el
Gimnasio de la Universidad Autónoma de Guadalajara




El Milagro es una Manifestación Sensible de Dios: Foro Internacional Fe y Ciencia

El milagro es un hecho sensible y extraordinario que trasciende las posibilidades naturales y se muestra capaz de llegar a los indiferentes e incrédulos, expresó el Pbro. Alfredo Sáenz, reconocido teólogo investigador argentino, durante su disertación sobre la "Teología del milagro", realizada dentro del Foro Internacional Fe y Ciencia que se efectúa en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).


El Pbro. Alfredo Sáenz destacó al milagro como un signo preñado de trascendencia "acomodado a la inteligencia de todos" que evoca una realidad de orden superior, llevando al conocimiento de Dios. Explicó que el Concilio Vaticano Primero declaró la conveniencia de los milagros, juntamente con las profecías, en orden a dar fundamento a nuestra fe.


"Todo contacto entre Dios y el hombre es sólo factible a través de signos o símbolos. A Dios no lo podemos ver; se nos manifiesta por medio de dichos símbolos, únicos capaces de franquear la distancia infinita que media entre nosotros, tan sujetos al dominio de lo sensible, y un espíritu puro como es Dios. Lo sobre natural se transparenta a través de los sobrenatural", señaló.


Explicó también que, si bien Dios hace milagros por medio del cada acto de la naturaleza, estos no asombran al hombre porque está habituado a ellos. "Resucita un muerto y el hombre se admira, nacen miles de chicos todos los días y nadie se extraña; sin embargo, si bien se examina, mayor milagro es hacer lo que no era, que resucitar al que ya había sido".


Por la "cerrazón" y la mala voluntad de los hombres, ya sea por sus intereses personales, capricho o ideología, el milagro no se presenta igualmente persuasivo para todos.

"Por eso sucede que aún frente al auténtico milagro muchos cierran los ojos (...) y este permanecerá ajeno al que lo contempla", mencionó añadiendo que "su fuerza de persuasión es anterior a todos los análisis y sutiles inquisiciones sobre los confines de la biología o de la física. Basta que en un caso concreto aparezca el sello divino, sea por que se ve inexplicable por las fuerzas naturales, sea por lo súbito del hecho o por la desproporción de los medios empleados, el hombre se inclina a aceptar la intervención sobrehumana".


Señaló que Dios, en su misericordia, "se reservó para Sí ciertas cosas, para realizarlas en el tiempo oportuno, fuera del curso habitual a fin de que los hombres, para quienes las cosas habían perdido su valor, quedaran estupefactos al ver no cosas mayores, sino insólitas".


Hay notas características para discernir entre falsos y auténticos milagros, indicó el conferencista. Cuando algún portento tiene lugar en un contexto turbio, malsano, de exaltación enfermiza, o de exceso de sensacionalismo, el hecho debe descartarse como un milagro, al igual que cuando el presunto taumaturgo busca un beneficio material. En contraste, en sus características positivas debe considerarse la personalidad del taumaturgo, ya que "la santidad y el milagro han estado conectados muchas veces"; además del contexto en que se realiza, siendo el más adecuado el de la oración, donde "el milagro surge como la respuesta de Dios al llamamiento de nuestra inteligencia".


El Foro Internacional Fe y Ciencia "Creo para Comprender", al que acuden más de 2 mil 700 participantes, se desarrolla por iniciativa de la Federación de Estudiantes de Jalisco (FEJ).